jueves, 11 de julio de 2013

APRENDER A CRECER.



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Sorprende observar a esos pequeños seres, bullicio de células en movimiento incesante, que son nuestros hijos. A menudo me hace pensar. Es simplemente increíble ver la naturalidad con que realizan cada acto cotidiano, siempre ilusionados al comenzar cada nuevo día, una nueva oportunidad de vivir nuevas peripecias y aventuras. Lo más sorprendente de todo, es ver como cada día aprenden algo nuevo con la ilusión del que tiene todo por descubrir. Todavía guardamos alguna sensación similar cuando viajamos a países de diferentes culturas y nos sorprende ver lo diferentes que pueden ser los paisajes y las costumbres cotidianas. Realmente se me queda cara de idiota, cada vez que miro a mi niño de apenas 4 año, como sale a la calle con la ilusión de observar lo que le rodea, como busca simplemente el contacto con nuevas texturas y te devuelve una mirada orgulloso cuando es capaz de subir un pequeño escalón sólo y yo le presto la suficiente atención como para aplaudirle el logro conseguido. Cabe preguntarse en qué momento de nuestras vidas, dejamos de ser capaces de disfrutar de esos pequeños detalles. A fin de cuentas, los detalles lo son todo y nosotros hace tiempo que hemos olvidado como disfrutar de las pequeñas cosas, de los muchos regalos que nos ofrece cada día que empieza. Una vez más tenemos mucho que aprender de nuestros pequeños maestros. De mis hijos aprendo cada día y hoy no me cabe duda de que ellos conservan la esencia de lo que somos, todavía impoluta. Nadie puede expresar tanto con tan poco. Son capaces de mirarnos de manera que arañan lo más profundo del alma, para recordarnos lo que es una mirada de amor sin peros, sin excusas, sin filtros, sin artificios que corrompan la grandeza del sentimiento.
Y la verdad de todo esto, es que hace mucho tiempo que dejamos de crecer para simplemente hacernos mayores. Triste es el momento en que dejamos de ser niños, culpa en gran parte de un concepto equívoco de lo que es ser adulto. El momento en que dejamos de disfrutar de los detalles, y empezamos a pensar que ya nada puede sorprendernos, es el momento en que empezamos a morir poquito a poco.
Ojalá aprendamos de nuevo a pensar en la importancia de las pequeñas cosas que nos rodean y los pequeños detalles que dejamos pasar, como la brisa, para volver a disfrutar de su frescura, de la esencia de cada instante, irrepetible y aprendamos de nuevo a crecer como una vez lo hicimos.
 
Dr.. Mario Baquerizo Albán
Diplomado en Odontología Integral
Amante de la Vida, y
Fiel Creyente de la Paz Universal.
74486400 / 2672594